viernes. 19.04.2024

Voy a tomar solo un aspecto que hoy es bastante frecuente en las relaciones. En otras etapas de la vida asistíamos a un modo más estable de relacionarnos. Hoy, para un gran número de personas, el sexo ya no es más la llegada, sino el punto de partida de los vínculos. Los cambios sociales, culturales, económicos y tecnológicos han marcado un modo de relacionarse, en donde sentir o engancharse pareciera está mal. Algo así como que el que siente, pierde. Hay que hacerse el interesante o hacerse desear.

Ante el incremento de parejas de esta índole, aumentan los rechazos y las desilusiones. Tomamos como una falta personal algo que tiene que ver con un cambio social. 

Uno de los fenómenos que empezó a darse a partir de relacionarnos a través de los medios digitales es el famoso “ghosting”: es una forma de terminar una relación con alguien de manera repentina frenando toda comunicación con esa persona. Opción en la que no se practica la responsabilidad afectiva.

Se deja de responder a los mensajes, se bloquea, se desaparece sin dejar rastro. Es un corte unilateral sin aviso, en el que se deja al otro sin saber qué pasó, en un estado impotente y sin oportunidad de hacer preguntas o recibir información que ayude a procesar emocionalmente la experiencia.

“Ghostear” silencia e impide expresar las emociones y ser escuchado, indispensable para nuestro funcionamiento. Lamentablemente este accionar se está dando en todo tipo de las relaciones, no solo en las de pareja.

La era de la hiperconectividad ha dado la falsa ilusión de que se tienen muchísimas más opciones de parejas sexoafectivas posibles  El sexo y los vínculos amorosos ya no responden a intereses económicos o familiares, y sumado a la globalización y las redes, se ha ampliado aún más este campo.

Creo fundamental rescatar la responsabilidad en los vínculos. Es importante entender que una relación, va más allá de uno mismo. Es esencial hacerse cargo de las propias emociones. Practicar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace es igualmente ineludible: lo peor que podemos hacer es terminar confundiendo y llenar de dudas a la otra persona.

La responsabilidad afectiva es un factor sumamente significante. Implica hacerse cargo del impacto emocional que tienen las acciones en los otros  y ser honestos con los propios sentimientos y emociones.

 

Bernarda Jorba

Psicóloga

 

Los vínculos y las nuevas tecnologías