sábado. 27.04.2024

Con las nuevas tecnologías las distancias se han acortado; en el pasado empleábamos métodos como cartas que tardaban meses en llegar para comunicarnos con alguien a kilómetros de distancia, hoy a través de la videollamada podemos, además, vernos la cara. El encierro producto de la pandemia incrementó mucho su utilización en todas las franjas etarias, propiciando algunos usos inadecuados de las mismas; ciberacoso, comentarios negativos o insultos, noticias negativas o fake news, grooming, exposición de datos personales, etc. Y no son menores las consecuencias del mal
uso, desde la variación de las horas de descanso que generan hasta el aislamiento.

Paradójicamente, aunque sean vistas como la panacea de la interacción, hacen todo lo contrario: evitan que las personas potencien sus relaciones reales ya que se realizan a través de una pantalla. Se han hecho múltiples investigaciones, sobre todo en jóvenes, para comprobar cómo podían afectarles estas plataformas. Aquellos participantes que usaban las redes por más tiempo, eran quienes más afirmaban sentirse solos y aislados del resto del mundo.

Resulta inevitable su utilización, pero es necesario tomar ciertas precauciones: usarlas de forma adecuada y con moderación. En sí no son malas, todo depende del uso que se les dé a las mismas.
Hoy la mayoría de las noticias nos llegan a través de estas. Compartimos los eventos en tiempo real. También nos enteramos de cuestiones importantes que nos quieren transmitir... Twitter pasa a ser un medio al mismo tiempo impersonal de comunicaciones, que es utilizado para dar a conocer noticias
sumamente trascendentes. Facebook, Instagram o TikTok, están diseñadas para que generen adicción, con sus diseños y funciones. Esto hace que cuando una persona comienza a utilizarlas pueda volverse adicta fácilmente, sin darse cuenta de cómo está siendo controlada por las aplicaciones.

Las fotos e historias que se ven en las redes están, en su mayoría, intentando mostrar una imagen de perfección, buscando en todo momento la aceptación de seguidores. Esto puede afectar la autoestima de las personas, quienes se sentirán mejor dependiendo de la cantidad de “me gusta” que obtengan por sus publicaciones, etc. La frialdad que otorga la virtualidad a la hora de opinar sobre algo o alguien, posibilita la generación de comentarios sin tener en cuenta o respetar los sentimientos de la persona quien los recibe, ocasionando estrés y angustia al receptor.

En los más pequeños resulta necesario el control por parte de los padres, guiándolos hacia una correcta utilización de las mismas, cuidando su privacidad y exposición. Es fundamental que las mismas resulten un nexo para acercar nuestras relaciones, pero nunca sustituyan el encuentro real entre las personas.

Bernarda Jorba. Psicóloga

Las redes sociales te conectan o te aíslan