martes. 23.04.2024

Todo lo dicho por la mayor parte de la dirigencia radical durante los primeros dos años posteriores a la derrota del 2019, respecto al papel sumiso y pasivo al que quedo relegado el centenario partido durante el gobierno de la alianza PRO/Radical, parece haber quedado en el olvido. La decisión de Facundo Manes, de intentar desafiar la centralidad que vuelve a pretender el hijo de Franco, recibe reproches de los principales dirigentes nacionales del radicalismo, encabezado por el presidente de esa fuerza, Gerardo Morales. Todo es muy de cabotaje y desnuda las sangrientas peleas internas de la coalición derechista opositora y también dentro del viejo partido. Al igual que hace poco tiempo el gobernador de Jujuy protagonizó un duro cruce con Mauricio Macri, cuando este acusó a Hipólito Yrigoyen de iniciar el "populismo en la Argentina", ahora con más convicción, Manes se le plantó a Macri y le recordó que en su gobierno "hubo populismo institucional y espionaje a dirigentes del mismo sector político". Pero todo cambia y la respuesta de Morales desacreditando al neurocirujano, en nombre de la recontra proclamada unidad, encubre la pelea que el Jujeño sabe que tendrá que librar si pretende ganarle la pulseada al conocido científico en la interna radical. 

 

Furgón de cola

 

De no prosperar una propuesta superadora, es de manual que el radicalismo volverá a ser " furgón de cola" de un posible regreso al poder de la actual oposición, tomando palabras del dirigente radical Fredy Storani. Morales sabe que en ningún caso podrá acumular caudal electoral para enfrentar el monumental aparato mediático y económico que desplegará el PRO llegado el momento. Entonces, su lógica, es controlar los espacios de repartos menores que ante la eventualidad de un triunfo le asignarán sus socios.

 

Las ventajas de Manes

 

Si bien Facundo Manes no fue forjado en el ámbito de la militancia tradicional de la política, sabe de proponerse desafíos y embestir en la adversidad. Por eso entiende que la única forma de no repetir malas experiencias con sus aliados, es marcarles la cancha, mojarles la oreja, invitarlos a ponerse los guantes. Además, ya ha mostrado independencia a la hora de levantar la mano en el Congreso y desde el PRO desconfían en que pueda acompañar la suspensión de las PASO. Sin ese instrumento, los radicales saltearían el obstáculo con sus propias internas o haciendo valer su logística en una disputa abierta contra los amarillos.

 

Jugadores escondidos

 

Por ahora y casi sorpresivamente, el Comité Radical de la provincia de Buenos Aires, con Maximiliano Abad a la cabeza, salieron a bancar al diputado Manes. Rápidos de reflejos, se encolumnan detrás del presidente de la Convención Radical y hermano del precandidato a la presidencia, Gastón Manes.

 

Los sin tierra 

 

De todos modos, tan compleja es la situación interna de Juntos, que como nunca el silencio habla más de la cuenta. Los dos senadores provinciales de Chacabuco, sin tierra ni votos, pero portadores de los mayores privilegios personales y económicos de la política provincial, Marcelo Daletto y Agustín Máspoli, no hablan de estas cosas. Daletto y su jefe Emilio Monzó, volvieron a apelar a la tranfugueada electoral, se subieron a la lista de Facundo Manes en el 2021 y se llevaron varias bancas a cambio de un puñado de votos. Apenas sentados en sus sillones empezaron a coquetear con Rodríguez Larreta y ahora Monzó mandó a su empleado, al dirigente ex ucedeista , ex peronista y ex kirchnerista, a jugar con el ala ultraderechista de Patricia Bullrrich. Por su parte, Máspoli, asegura en off  “yo hago la mia", que traducido significa: “me quedo quieto, tengo dos años más de Senador y si Juntos vuelve al poder habrá ventanillas donde cobrar favores”. Mientras tanto, el tiempo lo reparte entre su agenda privada y alguna que otra visita de rosca por la Cuarta Sección Electoral. Por el momento, ninguna necesidad de tomar partido más allá de las formalidades.

 

El cajón o gemelos

 

Para Victor Aiola, la cosa será más compleja. La obligación de gobernar y ser la cara visible del distrito lo obligará a tomar posición. Por lo pronto, trata de frenar la interna radical de Chacabuco y por desconfianza a Daletto se mete en los conventillos ajenos. Para eso entrega espacios de poder a una de las versiones PRO local, que con Ignacio Orsini en Gobierno, Mariana Cámera en Compras y Eduardo Juliá en Obras Públicas, entre otros y otras, hacen equilibrio a los tres concejales del dalettismo que siempre amenazan con un disgusto legislativo. Aiola realmente no tiene definido qué hará en el 2023, aunque parte de dos certezas. Una, que no hay lugar para aspiraciones mayores. La otra, es que no volverá a su profesión de pediatra. Tampoco opina demasiado de la actual pelea nacional entre Manes y Morales. Tal vez su mutis o la especulación es parte de su intuición. Lo que restará saber es cual será para Aiola el Macri de una posible nueva presidencia, si el que los invitaba a "llevar la manija del cajón" y los dejaba "fuera de la fiesta de 15" o el que lo inspiraba hasta la excitación descontrolada y terminaba al grito de "Aiola es Macri carajo". 

 

Tensión y final abierto

 

Está claro que la burocracia radical mayoritaria está dispuesta a "que se doble". Algunos otros piensan que la neurociencia puede descubrir otras alternativas terapéuticas que se pongan en línea con el mandato de Leandro N. Alem, que ante el dilema, no dudaba en preferir "que se rompa".

El radicalismo otra vez acorralado por Macri