martes. 23.04.2024

En medio de la incertidumbre que le ha generado Victor Aiola a todo el “anémico” equipo de Gobierno que lo acompaña en esta última parte de su gestión, cada cual interpreta como puede el porvenir inmediato y se mueven en el terreno de la improvisación. Un caso testigo es el del Secretario de Seguridad, Darío Ciminelli, que debió haber renunciado en medio del escandaloso caso de narcotráfico que operaba dentro de la misma Comisaría a la que él frecuenta con habitualidad, en particular los días lunes, pero eligió la estrategia de intentar plantar una buena noticia. Hace diez días convocó en la urgencia a una conferencia de prensa donde presentó a un Comisario retirado como nuevo Director de Seguridad y anunció la apertura de una segunda Comisaría, en medio del traslado del Grupo de Apoyo Departamental (GAD). El concejal Darío Golía salió al cruce el último jueves y aseguró que el GAD se fue a Salto por "desidia del gobierno local que no garantiza las condiciones mínimas de operatividad". Con respecto a la nueva comisaría, según Golía, "no hay expediente en marcha" y su aprobación requiere de un largo peregrinar burocrático, "solo anuncio electoral" dijo el concejal opositor. De inmediato llegó la respuesta del bloque de concejales de Cambiemos y lo tildaron de "mentiroso", mostraron el número de expediente y le recordaron la frustrada subcomisaría que el ex intendente había prometido en el año 2007. De volea, ayer salieron los concejales del Frente de Todos y le respondieron a sus pares. Enumeraron "mentiras y encubrimientos" de actos del gobierno municipal reñidos con la ética pública. Desde las motos que se llevaron para chatarra, pero “fueron parte de un negocio, pasando por la frustrada ilusión de una fábrica de luces led hasta los recientes obscenos hechos de corrupción en el área de servicios públicos”. Dos funcionarios denunciados y Juan Carlos “Pipo” Gómez, renunciado para descomprimir una situación que seguirá trayendo cola. Mientras tanto, no se muestra la nómina de proveedores municipales que dejaría evidencias de contrataciones con parientes y entenados.

 

 Así, transcurren las tumultuosas semanas previas a las definiciones electorales. El Gobierno local entre el desánimo y la improvisación, otro final de ciclo sin políticas públicas que ataquen los males y las carencias estructurales.

 

Cinco hectáreas

 

Justo cuando Aiola recorre la última parte de su segundo mandato, está claro que la promesa de las reformas estructurales que necesitaba Chacabuco y las que el pediatra prometía en el año 2015, quedaron en eso. En promesas.

Por cuestiones de austeridad de caracteres, este cronista evitará enumerar la larga lista de postergaciones que sigue padeciendo  la ciudad. De cualquier modo, el archivo esta disponible y se pueden repasar apuntes de años “a”, publicados en estas mismas páginas, aún cuando Aiola se imaginaba un emperador y su público aplaudía con bravura. 

Más arriba hablábamos del anuncio de una nueva comisaría, justo cuando un hecho de narcotráfico se descubre a partir de movimientos logísticos en los calabozos de calle San Juan. 

La semana pasada, Aiola se fotografió en la quinta donde funcionará el nuevo Parque Industrial. Ahí sí vale la pena detenerse para analizar cómo se mueve la actual administración. De nuevo carencias de planificación, de políticas de largo alcance y de proyectar la ciudad para los próximos 50 años. O más. Luego de la frustrada ampliación del actual Sector Industrial Planificado, para lo cual se contaba con los recursos económicos y hasta una ley provincial de expropiación para adquirir un predio de 50 hectáreas, durante el gobierno de Mauricio Barrientos, pensar casi una década después en comprar una quinta para radicación de empresas parece una deliberada decisión de malgastar dineros públicos. Solo observar que una empresa joven, de marca nativa como Don Yeyo, realiza una ampliación de su planta y para eso construyó una nave que ocupa media quinta lindera a su predio, nos da la magnitud de lo que debería ser el nuevo Parque Industrial si de verdad pensamos en el crecimiento y desarrollo de la ciudad. Es más, la urgente e inminente decisión de sancionar una legislación que defina plazos y formas para el traslado de los dos molinos harineros ubicados en el microcentro de Chacabuco, son también un claro ejemplo del desfasaje entre realidad y acción. Cualquier intendente que pretenda diseñar esos cambios de radicación, debería tener una propuesta seria para sentarse a conversar con los empresarios en cuestión. Tan pequeñísima es la parcela de tierra adquirida y su escasa correlación con el estruendoso anuncio, que también sirve para graficar el caso de un lote del predio del actual Parque Industrial, con salida sobre Avenida Juan XXIII, donde se cedió, a cambio de unos pocos pesos, el lugar donde se iba a instalar la planta de luces led que jamás se encendió. Ahí se utilizarán metros cuadrados solo para una fábrica de aberturas. Que dicho sea de paso, los beneficiarios gestionaron el segundo pedido de prórroga - también con plazos vencidos- para la finalización del montaje de las instalaciones. Todo tiene que ver con todo a la hora de poner evidencia la precariedad estructural de la aldea. 

 

La recta final

En estos días, el Jefe Comunal deberá resolver la disyuntiva de ir o no por un tercer mandato. La “legislación Vidal” lo inhabilitaba, la modificación normativa que votaron, entre otros, los multimillonarios senadores Agustín Máspoli y Marcelo Daletto, con la mano cambiada a la que habían utilizado para decir no, le dio a los intendentes la posibilidad de otros cuatro años. Por estas horas, algunos se están bajando, incluso, intendentes de la UCR. La Corte Suprema, de mayoría amarilla, con garantía de perpetuidad en sus cargos, es renuente a la permanencia de los ejecutivos por largos períodos. Aiola, que a veces piensa en estrenar el nuevo consultorio de Saavedra y Maipú, tiró un zapayazo de prueba para ordenar la posible transición  y se armó un bolonqui de magnitud. Dijo que su pollo seria el concejal Alejo Pérez y, deliberadamente o no, lo desgastó antes de arrancar. El presidente del Concejo Deliberante y titular de la UCR local, Lisandro Herrera, se sintió destratado, como mínimo. Esta vez se le paró de mano. Los sapos que se tragó Herrera para bancar en el recinto del HCD los derrapes del Ejecutivo le hubiesen merecido una mayor consideración a la hora de pensar un posible recambio. Le dé o no el pinet, Herrera es uno de los pocos dirigentes políticos que habla un solo idioma y hace años comenta que le gustaría pelear por una candidatura al sillón de Reconquista 26. También, ya es precandidato el concejal Ariel Di Piero, aunque representa a un sector interno más interesado en la negociación que en las inversiones de proyectos grandilocuentes. Mientras tanto, los socios amarillos, al menos hasta ahora dos ex funcionarios de Aiola, prometen la ciudad del futuro enroscados en una interna nacional y provincial que los puede conducir a la catástrofe. Casi a gusto de lo que pretende Mauricio Macri, mientras pueda conservar la cajita feliz de la CABA.

 

Todo nublado 

Así transcurren estos días aciagos en este rincón de la pampa sojera, cuando el círculo rojo opera golpes de estado desde las góndolas de los supermercados. El Frente de Todos de Chacabuco muñequea una unidad que se las ve muy mal con la realidad nacional y el Gobierno local es más un ejército en retirada y confundido, que un batallón al mando de un general que soñaba con dar otros combates y un destino más venturoso para su paso por la función pública.

Ahora, cuando transitamos este otoño tan particular que dejó la peor sequía de los últimos noventa años, solo resta saber si Víctor Aiola cumplirá su palabra y tomará distancia del ejercicio cotidiano de la administración pública o se someterá al desgaste de una nueva contienda electoral perturbado por el temor de la pérdida del poder y los registros que dejan las firmas en los expedientes públicos. Por el momento, nada que celebrar.

 

Nada para celebrar