- ¿Cuáles son las primeras apreciaciones respecto a lo que sucedió en las urnas el domingo pasado?
-Hubo un resultado inesperado. En lo personal, no creí que Milei iba a sacar tantos votos y en consecuencia Tedesco en Chacabuco. Estuvo muy cerca del candidato del oficialismo, Alejo Pérez. Hubo una muy buena elección de Darío Golía, un trabajo muy grande, del campo, mano a mano con el vecino. En las lecciones hay triunfadores y perdedores. Y si hay un perdedor en está caso no es Alejo Pérez sino el Gobierno que fue a convalidar su objetivo. Hay que delimitar las responsabilidades. El gran perdedor es Aiola, con Alejo Pérez u otro candidato hubiese sido lo mismo. Si uno mira los resultados de la Cuarta Sección Electoral se observa lo mismo. La sociedad le ha dado la espalda a una forma de hacer política que fue agresiva, confrontativa, y que no terminó solucionando muchos problemas que aquejan a los vecinos de Chacabuco. Por el contrario, acrecentó algunos.
-Fuiste el primero en abandonar la gestión, y en ese momento pusiste en riesgo la honorabilidad de la conducción, ¿tuvo algo que ver con la pérdida de electores?
-No podría analizar si fue por ese motivo. Con el tiempo se dio lo que en algún momento sostenía, fueron muchas más las personas que fueron sabiendo cómo se manejaba Aiola en el ámbito público, fue trascendido a los vecinos, y lo último fue penoso, en la Secretaría de Servicios Públicos, con una denuncia penal, funcionarios que debieron irse. En lo personal, creo que esas cosas se pagan con el tiempo. Él levantó las banderas de la honestidad, de la austeridad. Dijo del candidato Golía que era impresentable junto a otros personales, salió a atacar a los medios de comunicación. Vino con ímpetu, y después fue todo lo contrario. La gente quería que se terminen ciertas prácticas del Estado Municipal, las fiestas populares, entre otras cosas. Una buena lectura de lo que la gente quería del Estado, y lamentablemente terminó muy alejado de los valores que mi partido representa. De la honestidad, de la honorabilidad en el ejercicio de la función pública. Mucha gente lo sabe, otros casos concretos quizás lleguen en algún momento. Estas circunstancias que hoy vivimos, el odio, la antinomia hacen que aquellos que son partidarios de estar “encontrar de”, no sean capaces de ver lo propio. Se justificó todo, y muchas personas que están en el Comité son cómplices de Aiola. En política no existen los muertos, pero espero que poco a poco esté cada vez más lejos de ocupar cargos públicos.
-¿Cuál es la responsabilidad institucional del partido?
-El partido, como nunca en la historia, ha tenido una pasividad extraordinaria. Fue totalmente obsecuente con Aiola. Nunca lo confrontó ni le pidió explicaciones. Él no permitió que el partido se pueda reconstituir de manera tal que tenga la capacidad de cuestionarle, de preguntarle, como un ejercicio democrático. Cuando Osvaldo era Intendente, el partido tenía una vida interna muy dinámica, y permitía un ejercicio de retroalimentación entre el Partido y el Ejecutivo, manteniéndose separados y enriqueciéndose entre ambos. Eso no ha pasado. También, esa sed de poder que tenía el partido, ha hecho que se perdone todo con tal de beneficiarse del poder, de estar en un cargo. Han sido cómplices por omisión.
-Si se repite el resultado de las PASO, ¿el radicalismo está en condiciones de quedar bien parado o va a volver a ser un partido de puertas cerradas?
-El partido estuvo muchos años en esa condición. El partido como se veía antes no va a volver a ser. Hace algunos años, las alianzas que se formularon, y el papel que ocupó, de una total carencia de las decisiones trascendentales, que pasaron siempre por el PRO, hicieron que el partido se vaya desdibujando. Pese a que a uno le duela, tenemos que decir que el radicalismo como uno lo veía antes ya no va a existir.
-Había una vida interna muy interesante, ¿qué pasa con los radicales disidentes en la actualidad como es tu caso?
-En mi caso personal no milito porque entiendo que están todos procurando militar para obtener cargos, la militancia que admiraba era la de las ideas, de procurar que esas ideas se llevaran a la práctica, cristalizarse. Veo campañas políticas para llegar a ocupar un cargo. Después hay disidentes por decisión o porque quedan afuera del poder, por obligación o por enojo.
-¿Está más encorchetada la democracia que hace cuarenta años?
-Sí, es mucho más compleja. En ese momento la democracia estaba en la necesidad más concreta, la de poder elegir a los representantes. Por supuesto que va más allá de eso, implica también un acceso a los derechos, una distribución justa. Una democracia sin contenido social, no es democracia. Hoy las exigencias son muchas, y el tejido es mucho más complejo.