viernes. 03.05.2024

Ya pasaron tres meses de la consagración de Argentina en la Copa del Mundo, aún queda en la retina aquel 18 de diciembre, que desde las cenizas, cuando parecía que no habría un rumbo fijo y que era cada vez más lejana la posibilidad de conseguir la tercera estrella, apareció un joven inexperto para apaciguar las aguas en un contexto delicado para nuestro fútbol y en especial el de la selección. Se empezó a construir nuevamente el camino para llegar a Qatar, donde la gloria volvió a nuestras tierras. Con esto nace un nuevo estilo de vida, una nueva filosofía, otra corriente dentro del fútbol argentino que en años anteriores fueron tema de debate y enfrentamientos. Nació oficialmente el Scalonismo.

Ahora sos Menottista, Bilardista o Scalonista, no podes quedarte al margen de ninguna de las tres corrientes que marcaron la historia de la Selección Argentina. Después de 36 años se formó una nueva manera de pensar en el fútbol argentino, por muchos años estuvieron enfrentados los bandos que apoyaban al Menottismo contra los del Bilardismo, que ya parece ser un tema del pasado porque surgió el Scalonismo y será la filosofía de la nueva generación y, porque no, de los que vieron a las otras dos anteriores. 

¿Qué es el Scalonismo? Es un conjunto de varios factores. Emplea, por momentos, el juego de Menotti, el estar atento a todos los detalles como Bilardo y la impronta personal de Scaloni, que pregona el “nosotros” por encima del “yo”, no solo para él, sino que para todo el plantel y eso es difícil de controlar en un grupo con tantas estrellas, donde el ego siempre está presente. El “Gringo” de Pujato logró eso, que todos pongan como prioridad el equipo, si te toca salir, apoyar al que está en tu lugar sin reproches.

El Scalonismo es cumplir sin prometer, una conducción que está formada desde el respeto, el esfuerzo, la dedicación, adaptarse a cualquier circunstancia, ya sea estando en ventaja o desventaja, sobreponerse a la situación, la humildad como ley principal, luchar por lo que uno quiere lograr, desde el silencio y la transparencia, sin creerse superior al resto y el positivismo. Algo que también se puede aplicar a la vida cotidiana.

A Scaloni jamás le tembló el pulso para sacar a los jugadores en el Mundial, sin decir una palabra fue claro con sus principios, ¿No estas bien? chau, pasó con Nicolás González y Joaquín Correa, dos fijas para el entrenador, que por llegar al límite desde lo físico y ocultar una lesión, ambos fueron desafectados y vinieron otros a ocupar su lugar. Lo mismo ocurrió en el desarrollo de la Copa del Mundo con el caso de Lautaro Martínez, quien tuvo que ver gran parte de los partidos en el banco y no puso un pero, lo que demuestra la influencia del entrenador. Es más, se ponía contento por la actuación de Julián Álvarez, quien fue su reemplazante, se lo veía unido y nunca puso una cara de pocos amigos por que el mensaje que bajó el pujatense fue claro y todos lo entendieron, como también con Leandro Paredes, un inamovible en el mediocampo y apareció Enzo Fernández para quitarle su puesto, quien terminó siendo el mejor futbolista joven del Mundial.

No solo no se casó con ningún jugador, sino que tampoco con el sistema táctico, ya que en los siete encuentros del Mundial, usó formaciones distintas con protagonistas diferentes. Cambiaba nombres y estrategias, pero todo funcionaba de la misma manera. El mismo lo dijo, “Para ganar la Copa hay que ser inteligentes”, Scaloni lo fue, un estratega nato y es por eso que tiene bien merecido el premio The Best al mejor entrenador del mundo.

Conformó un grupo donde todos tenían el mismo objetivo, hacer que el capitán levante la Copa, ayudarlo, protegerlo, contenerlo, que desaparezca esa Messidependencia que existió durante años y tan perjudicial fue. Lo rodeó de la mejor manera, antes jugar sin Messi era un partido perdido, ahora sin su presencia Argentina sale a ganar y demostrando un buen fútbol. 

Así fue como logró el mayor invicto de la historia de la Albiceleste, con 36 encuentros sin conocer la derrota durante 3 años, en el medio se ganó la Copa América y Finalissima, que haciendo un punto de comparación con las anteriores corrientes, ninguno de los dos tienen en su haber un certamen continental y mucho menos un record de tal magnitud. 

Desde un principio recibió críticas desmesuradas, de personajes que aún en pleno Mundial cuestionaban su ciclo y que ahora deben cerrar la boca porque ya no tienen más argumentos de qué agarrarse para atacar. Eso lo logró en la cancha, no necesitó increpar a la prensa, se quedó al margen y junto a Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala (quienes también merecen una mención porque son la columna vertebral de esta gesta) trabajaron a perfil bajo y construyeron lo que es hoy en día, la Scaloneta que evolucionó para transformarse en Scalonismo. Todo se demostró en el verde césped, donde realmente se habla y se contesta a las críticas.

Fue un líder nato y confiable, quien estuvo en el barro y entiende al jugador. Hizo ruido desde el silencio, con pocas palabras dijo más que cualquier otro. Demostró con hechos su compromiso con la celeste y blanca, la cual defiende a capa y espada. Es un referente total y la mayoría de los méritos estuvieron de su lado.

El Scalonismo ya es parte de nuestras vidas. Quedó en evidencia que todo es posible, de joven inexperto, a ser el entrenador de uno de los ciclos más exitosos de la historia de la Selección Argentina. 

Los días más felices siempre fueron, son y serán Scalonistas.  

 

Scalonismo, la nueva filosofía