domingo. 05.05.2024

Después de seis meses vi una película de una de la pila de pendientes post maternidad. 

 

Vi Los espíritus de la isla. El largo de Martin McDonagh al que le tenía muchas ganas y poco sueño. 

Además de que estuvo nominada en 9 categorías en la última edición de los Premios Oscar, incluida la de Mejor Película, quería ver montañas, océano y a Colin Farrel. 

Dos hombres en pugna

Todo sucede en una isla frente a la costa oeste de Irlanda, en 1923, durante la guerra civil duró más de un año. Allí viven apenas unas cincuenta personas. Y entre ellas, dos amigos. Pádraic, que es encarnado por Colin Farrell y Colm, interpretado por Brendan Gleeson. Todos los días, a las dos de la tarde, y religiosamente, van al único pub de la isla a tomar cerveza. 

Pero un día empieza el conflicto y se corta la calma, la vida aplastante, rutinaria. Colm no quiere ir a tomar una pinta con él. Ni siquiera quiere hablarle. Ni estar cerca. Ni mirarlo. 

Pádraic es un hombre desolado, desesperado. Persigue a su viejo amigo como un perro hambriento. Y solo consigue una respuesta: "Estoy aburrido de vos". 

Como siempre en estos casos, la insistencia es inversamente proporcional al deseo. Repele. Y la postura de Colm se vuelve radical, extrema: "Si me dirigís la palabra, me voy a cortar un dedo, y si insistis, voy a cortármelos todos". 

Al principio me recordó a la frase no todo tiene sentido, no todo tiene explicación, y hay que aprender a vivir con eso. 

Ser bueno es una virtud

Pero no. Después de idas y vueltas Pádric enfrenta a Colm en el bar. Está ebrio y desesperado. Le insiste. Con dos dedos menos su examigo le concede una charla perfecta.

-Solías ser amable. 

-Supongo que la amabilidad no perdura. Te diré algo que sí perdura. 

-¿Qué? No digas una estupidez como la música. 

-¡La música perdura!

-Lo sabía.

-Y la pintura, y la poesía. 

-Igual que la amabilidad. 

-¿Sabes a quiénes recordamos por los amables que eran en el siglo XVII?

-¿A quiénes?

-Absolutamente a nadie. Pero todos recordamos la música de esa época. Todos saben quien es Mozart.

-Yo no, así que adiós a esa teoría. Y de todos modos hablamos de amabilidad. No de “cómo se llame”. Mi mamá era amable. Yo la recuerdo. Mi papá era amable. Lo recuerdo. Y mi hermana es amable. La recordaré. La recordaré para siempre.

Alguien que nos sacuda

Pádriac era un personaje aburrido, denso, ensimismado, triste. Pero el accionar de su amigo lo desequilibra, lo despierta. Deja de ser amable para convertirse en un aguijón que no para de provocarlo. 

Si bien la película tiene varias aristas, pone el foco en la relación afectiva de dos hombres, en la incapacidad de lidiar con esa fragilidad y de comunicarse. La teoría de quien escribe es que dos amigos dejan la muerte en vida para trazar otra historia. Otra realidad posible. Y a veces, para que eso suceda, es necesario que vuelen dedos, todo se encienda, se involucren caballos, ponys, y burros.

 

Solías ser amable