domingo. 05.05.2024

En 1981 Jorge Chari publicó el primer libro impreso en Chacabuco, en los talleres gráficos de Castillo y López. Ya desde aquella obra iniciada en la poesía, en los años 80 y 90 (Esta soledad de andar jardines / crece pronto…) nombra la soledad, no como un fin, sino como un camino nuevo. 

-En ese periodo escribía tanto poesía como prosa. Pero en Chacabuco no había imprenta que hiciera libros. Hasta que encontré una gráfica que se animó a editarlos, siempre y cuando fuese poesía, textos breves. Nada de prosa, porque en ese entonces se armaba cada hoja letra por letra sobre una plancheta. Un trabajo lento y artesanal propio de la época, pero la encuadernación resultó impecable. Las ilustraciones de tapa fueron colaboraciones de Cacho Paganini y Haydée Las, a quienes siempre les agradeceré. 

Salieron Nunca sabrás (1981), Nacerá la mariposa (1983), y Del corazón al sueño (1991). Continué escribiendo. El propósito siempre es ver publicada la obra, pero mi trabajo en la actividad privada y pública y una familia numerosa que atender, no me dejaban tiempo disponible. Cuando me jubilé (a los 69) escribir no estaba entre mis prioridades, hasta que una invitación a concurrir a los encuentros de ADECH (fui socio fundador de esa Asociación de Escritores, en tiempos de la siempre recordada Bety Arrostito) me acercó a la posibilidad de editar en una imprenta de Buenos Aires sin moverme de Chacabuco. Me dije ¿por qué no?, y así nació El sospechoso, en junio de este año.

 

Cada texto literario crea su propio mundo y unas condiciones especiales que abren la puerta a la trama. ¿Qué debe saber el lector para entrar a la lectura de El sospechoso? 

-Debe saber que en origen no tenía pretensión de género literario determinado. Terminó derivando en una novela policial. Uno comienza a escribir y luego las palabras toman por su propia cuenta un camino, muchas veces impensado.

 

Más allá de un tema tan fuerte como es el parricidio, subyace el deseo de saber la verdad. ¿Quizá como una epifanía buscada? 

-Dejo entrever suficientes aspectos como para que el lector encuentre la verdad, pero el final está abierto a que logre hacerlo.

 

Tiene una manera de contar muy llana y directa. ¿Hay un interés detrás de eso, de encontrar un ritmo personal en la prosa? 

-Hay un estilo que estoy buscando, lejos de otros temas en lo que usé una forma más directa, para impactar. Al presentarse el personaje comienza a decir una verdad que nadie le cree.

En agosto aparecerá La quinta, el forastero y el zanjón, la historia de un encuentro inevitable con un hombre extraño, y la extrañeza de encontrarse a sí mismo. Aquí la soledad es una puerta abierta voluntariamente.

 

Ha elegido como protagonistas -en ambos libros- a personajes insignificantes: un joven retraído y un extraño caminante. 

Porque entiendo que esos personajes en realidad no son insignificantes, sino que encierran su visión de las cosas en una intimidad que los demás ignoran. Y eso es lo que despierta interés.

 

¿Escribir es salir a caminar sin rumbo fijo? 

-Sí; como expresé anteriormente, cuando uno inicia la escritura se encuentra con esos caminos que se bifurcan. Es como si las palabras encontraran sus propias huellas.

 

En una entrevista a J. José Saer, la periodista Ma Esther Gilio le dice que al leer una obra le nace la curiosidad por saber cómo es la vida de ese hombre que ha escrito. ¿Qué relación tiene con las historias que cuenta? El narrador en La quinta… ¿es una especie de alter ego?

-Es el misterio creativo, que uno no alcanza a comprender totalmente, porque debería autoanalizarse. Pero no vale la pena hacerlo, porque nunca busco lo autoreferencial; si sucede, sucede…

 

¿Hay en sus libros cosas, imágenes o hechos que recuerda de su propia infancia?

-No, ningún punto en que se aproximen. Tal vez es justamente la contraposición, porque tuve una infancia, en lo escolar, en que afortunadamente siempre me destacaba en algo y era protagonista.

 

Haroldo Conti.

-No lo conocí personalmente ni leí demasiado de él. Sí, por otras causas, conocí mucho a su padre. Está fuera de discusión que es una figura relevante en la literatura argentina.

 

¿Cuáles son sus lecturas favoritas?

-No me puedo autocalificar como escritor, pero sí he sido siempre un gran lector. Me gustaron en particular libros de escritores franceses y rusos. Uno vive lo que ellos escriben, como historias ciertas.

 

Una pregunta más allá de lo literario: Nuestra historia argentina: ¿Es ilusorio creer que somos nosotros quienes la escribimos cada día? 

-Hay una frase que dice La historia la escriben los que ganan, que no es una verdad absoluta, pero en algunos puntos es así. Somos creadores de las pequeñas historias cotidianas, pero los titulares los escriben otros.

 

Entusiasta, cuenta sobre otros libros escritos este año: 

“La Posta – Al rescate de un tiempo olvidado”, un compromiso que asumí con el esfuerzo de restauración realizado por sus actuales ocupantes, tercera generación de sus fundadores (los que fueron mis italianos abuelos paternos). Un hito histórico cercano a la fundación de la ciudad (1886).

El cuarto libro de este año lo escribí pensando en los próximos cuarenta años de democracia, a cumplirse próximamente. Ya concluido y en espera de publicación. Es una historia absolutamente imaginaria pero a tono con el momento a recordar. Me reservo el título por ahora.

Y en lo inmediato, estoy escribiendo otra novela policial. Esta vez de inicio, el género literario lo elegí yo. Veremos cómo sale.

 

“Escribir es trascender”